sábado, 17 de diciembre de 2011

Escuela de trance, Buenos Aires, Argentina – Doktor Van Der Ger Ger Ger Ger Ger EP (2011)

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La Pipi, es esa chica que alguna vez todos los hombres deseamos y admiramos durante el bachillerato. Era envidiada por todas las féminas de la institución, incluidas las del personal docente. Casi siempre objeto de cientos de proposiciones de toda índole, ella es la viva encarnación del deseo juvenil que provocaba sueños de Aquelarre en nosotros y que siempre nos miraba con desdén. Seguramente como en la mayoría de los casos la Pipi terminó embarazada de ese tipo que era tan popular en la escuela pero que terminó trabajando al frente del volante de un taxi. Ese hermoso cuerpo del que presumía terminó sólo en recuerdo y difícilmente se le reconoce al verla ahora. Pero siempre quedará vivo el bonito pensamiento que me provocó en su momento y todo lo que una musa representaba en esa etapa de mi vida.

Y si la encontrara nuevamente y llegara a reconocerla, seguramente le preguntaría “¿y que se hizo de tu sombrerito gris?”…

Con estas frases tan juvenilmente melancólicas abre el EP Doktor Van Der Ger Ger Ger Ger Ger de la banda Argentina Escuela de Trance, Buenos Aires, Argentina (vaya nombre tan largo e insufrible pronunciarlo junto con el título del EP) que propone una suerte de Pop-sicodélico de garaje en el que combinan atinadamente un bagaje de letras bonitas y melodías dulzonas con la desfachatez del punk de garaje. Mientras por un lado sigue casi al pie de la letra el instructivo de “cómo hacer Indie Argentino” dónde los tracks parecen estar todos contagiados de ritmos sha la lá y tonos dulces de voz (léase la Ola que quería ser chau, Banda de Turistas, Prietto viaja al cosmos con Mariano, guardando respectivas distancias y diferencias entre una y otras) por otro lado deciden arriesgarse más e incorporan letras sicodélicas pero a la vez lindas y guitarras distorsionadas pero sobretodo lo que se agradece profundamente a esta agrupación es elfactor sorpresa en sus composiciones lo que las vuelve un puño de temas demasiado interesantes y muy, muy poco predescibles; hay cambios de ritmo, coros desgarrados y pensamientos que por momentos rayan en la comicidad pero de una manera tan seria. Definitivamente como suelo decirlo la prueba decisiva será la del larga duración aunque hasta el momento esta banda ya lleva ventaja en aprobaciones con este interesante EP.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Mint Julep – Save Your Season (2011)

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Para ir cerrando el año adecuadamente les dejo una muestra más de ese estilo que abarrotó todos los espacios y estuvo presente en todos los reproductores durante los últimos doce meses, me refiero al emotivo shoegaze que ha vivido algo así como un revival mundial y que se ha convertido en el estilo preferido de esa nueva generación de jóvenes músicos que buscan crear algo “distinto” y que han tomado como base esas atmósferas de aires adolescentes saturadas de reverbs y delays para darle una importante bifurcación de sub-estilos y una notable variedad de texturas y ritmos a este movimiento.
En esta ocasión voy a hablar de Mint Julep, un dueto originario de Boston pero radicado en Portland formado por el matrimonio Kenniff; Él, Keith, se encarga de la composición y de los instrumentos, además ya es reconocido en ciertos circuitos gracias a su proyecto personal de ambient Helios. Ella, Hollie, es la responsable de echar a andar nuestra imaginación con su ensoñadora voz y su dulce canto que es calmo y potente a la vez. Sus composiciones que mezclan el shoegaze, el ambient y la electrónica son canciones de texturas oscuras pero de una bizarra belleza embriagante que causa adicción. Por momentos pueden sonar un tanto agresivos con esa contundencia sutil muy al estilo de The Joy Formidable y después la parte electrónica nos hace emparentarlos con The Big Pink. Varias capas de sonido, donde incluso hay algunas que son casi imperceptibles pero al momento de descubrirlas se tornan en una exquisitez, le dan la forma final al trabajo de este dueto que podría llegar a sonar hasta un tanto épico.
El nombre de la agrupación hace referencia a una bebida alcohólica a base de agua y menta que es tradicional en el sur de los Estados Unidos, no tengo la mínima idea a que sepa pero estoy seguro que si la música de este dueto es concebida bajos los efectos de esta bebida e inspirada por sus propiedades no tengo una duda que se trata de un contundente pero sutil madrazo de sabor.

lunes, 12 de diciembre de 2011

La Casa Azul – La Polinesia Meridional (2011)




El señor Guille Milkiway y sus “Androides” están de vuelta en 2011 con La Polinesia Meridional, quinto disco de larga duración de esta mítica banda de Barcelona que sin duda hace, ahora más que nunca, un tributo a la música disco de los 70’s. Es un disco sin pretensiones plagado del synth-pop más bailable y disfrutable ideal para entregarnos al goce y al disfrute solo porque sí y esto queda bastante claro desde un principio con ese himno que es “Los chicos hoy saltarán a la pista”. Las letras continúan con ese rollo existencialista de Milkiway pero es abordado de una manera tan natural que es fácil perderse entre los veloces y pegajosos ritmos de sus composiciones. Ahora guille habla del miedo a envejecer (“¿Que se siente ser tan joven?”) y también del deseo que nos suele llegar a todos de hacer un acto de escapismo y desaparecer hacia La Polinesia Meridional como lo propone a través del plato. Pero por otro lado se nota preocupado por la crisis social y económica y cómo esto influye en su estado de ánimo personal (“Colisión Inminente”, “Europa Superstar”, “Sucumbir”). Sin embargo, a pesar de lo pesimista que podrían sonar en ocasiones sus letras me parece que este es un disco creado para poner de buenas a cualquiera con tan solo escucharlo, es sin duda, una buenísima opción para disfrutar alegremente este fin de año.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Adrián Juárez – Tu nombre es fresa (2011)

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Los recuerdos más lejanos a los que puedo acceder en mi desgastada memoria se remontan a la época del preescolar ó Kínder como solíamos llamarle, tendría yo unos 4 años aproximadamente. Principalmente recuerdo algunos encuentros casuales durante el descanso con mis compañeros, un salón de clases de grandes dimensiones en el que se encontraba de pie al frente mi maestra Carlota, quien fuera mi primer amor platónico. Un patio gigante con juegos a la distancia y un chapoteadero que siempre lucía seco. No olvido la hora de la salida cuando la madre llegaba puntual a recogerme y después de caminar unas cuantas calles llegábamos a casa con el anhelo de prender el televisor rápidamente para ver El Gato Félix, era un aparato Sony pequeñito y monocromático y me fascinaba mirar el puntito blanco que aparecía en la pantalla al momento de encenderlo. Mientras tanto a las 2:00 en punto llegaba el padre a comer y se marchaba dos horas después de regreso a la oficina. No había dificultad para cumplir este horario religioso ya que crecí en una ciudad sin problemas de tráfico o sobrepoblación, las distancias eran muy cortas y la gente conducía de manera cordial, además no había necesidad del aire acondicionado… muy distinto a la que es ahora.

No sé si la vida cambió tanto desde entonces o somos nosotros los que nos vamos pudriendo al paso de los años, el hecho es que ya no percibo el mundo de la misma manera que a los 4, ya no existe la magia o los colores o los sabores que admiraba a temprana edad y por el contrario a diario me entero de las peores atrocidades que podemos llegar a cometer. La emoción de comer un algodón de azúcar u oler ese extraño aroma de un globo inflado con gas ha sido superada por la necesidad de la comida rápida y el olor de alcantarilla. Es por eso que toda vez que tengo oportunidad de tomar un respiro y puedo recordar esos tiempos inocentes trato de esforzarme al máximo para retener esa sensación de vivir nuevamente esas imágenes.

¿Y a qué viene toda esta declaración de principios pueriles? Bueno, lo que trato de diferenciar desde un principio es que he hablado de discos en los que he descrito que al escucharlos inmediatamente vienen a nuestras mentes los momentos más bellos de nuestras vidas, sin embargo por lo regular éstos son recuerdos fantasmales que obedecen siempre a un acto de inmensa carga sentimental como lo es la remembranza de algún fallecido o el recuerdo de algún lejano lugar al que anhelamos regresar o incluso un momento decisivo en nuestra vida sentimental cuando adolescentes.
Por otro lado tenemos discos como Tu nombre es fresa de Adrián Juárez, que también sirven como el perfecto detonador para el ejercicio de acordar y recordar, pero a diferencia de los anteriores, el folk minimalista de Juárez nos transporta a momentos más reales pero no menos añorados, aquellos de tu niñez y tu juventud que te remiten a tu casa, a tu calle, a tu barrio y a tu ciudad. A los otros chavales con los que jugabas, al vecino que te daba miedo, a la tiendita de la esquina, las golosinas que comías, las películas que disfrutabas los sábados por la tarde, los primeros videojuegos y las niñas a las que no podías acercárteles por miedo al rechazo.

La música de Adrián es parte de ese movimiento tan de moda de hacerlo todo en tu cuarto, con una pizca de Pop, otra más grande de folk y una más pequeña de detalles electrónicos, es aderezada con instrumentación acústica casi en su totalidad y endulcorada con melodías pegajosas, letras ingeniosas, un xilófono y un piano de juguete. Toda esta mescolanza resulta en una lúdica experiencia sónica casi tan tierna y bonita como nuestros recuerdos primeros.

A pesar de sonar tan fresco Adrián Juárez no es ningún novato, desde su natal argentina dirige su propio netlabel llamado Frígida Records que cuenta con 80 discos disponibles para descarga por lo que seguramente veremos a futuro más trabajos de este genio pampero, por lo pronto este plato tiene texturas de sobra para analizar y disfrutar de un buen rato.

viernes, 2 de diciembre de 2011

High Highs - High Highs EP (2011)

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A veces en alguno de esos días rutinarios presentes en toda oficina, en que todos mis movimientos son maquinalmente repetitivos y mis pensamientos obedecen más a una práctica habitual que a un ejercicio de consciencia en sí, en el momento menos esperado, cuando no lo imagino y no espero nada sino terminar eso que me tiene embebido, por mis oídos se cuela alguna música tan jodidamente emotiva que es prácticamente imposible abandonar de manera inmediata el cuerpo y entregarme dócilmente a las placenteras maniobras de la ensoñación producida por esos acordes que arremeten como cascada en mi sistema auditivo. Quizá sea un recordatorio de lo insulsa que puede resultar a veces la vida laboral o simplemente es la debilidad de caer en las manos de esa droga que es la música para nosotros, vaya uno a saber. Ahora, retomando lo que quería decir, este efecto sicotrópico de sensaciones plácidas son provocadas por la música del trío Australiano High Highs. Ellos se encuentran afincados en Brooklyn desde donde crean un Ambient-Dreampop como una suerte de artificio mágico que produce una atmósfera de belleza inigualable. Este fin de año están estrenando su primer EP autotitulado donde ofrecen 4 tracks con texturas llenas de melancolía, pero de esa que se añora y se evoca toda vez que nos remitimos a los recuerdos más hermosos y valiosos de nuestro disco duro personal.
En canciones como “Flowers Bloom”, con tan solo escuchar la introducción lo-fi preciosista y la sedosa voz de Jack Milas se siente un escalofrío por la espalda, tal vez se debe a la brisa marina imaginaria de este atardecer que observo desde aquel bote donde la melodía me ha colocado, la visión es tan palpable que termina como una desconcertante sensación de frío por la emoción que contagia. De pronto en piezas como “Open Season” el trío susurra con el shoegaze y su actitud deprimente, pero inmediatamente renuncia a él aferrándose a la delicadeza del dream-pop y su melancolía ensoñadora.
Tienen momentos de folk desbocado con trepidantes cuerdas de guitarra acústica y una batería casi marcial como en el inicio de “Horses” pero también de ese folk apacible y refinado de “Ivy” que conduce a la relajación sensorial y por supuesto a la añoranza de la que hablaba en un principio.
Esperaré con ansia el primer larga duración de High Highs con la esperanza de que dicho material sea tan bueno o mejor que esta pieza artística de grandes dimensiones.