A veces en alguno de esos días rutinarios presentes en toda oficina, en que todos mis movimientos son maquinalmente repetitivos y mis pensamientos obedecen más a una práctica habitual que a un ejercicio de consciencia en sí, en el momento menos esperado, cuando no lo imagino y no espero nada sino terminar eso que me tiene embebido, por mis oídos se cuela alguna música tan jodidamente emotiva que es prácticamente imposible abandonar de manera inmediata el cuerpo y entregarme dócilmente a las placenteras maniobras de la ensoñación producida por esos acordes que arremeten como cascada en mi sistema auditivo. Quizá sea un recordatorio de lo insulsa que puede resultar a veces la vida laboral o simplemente es la debilidad de caer en las manos de esa droga que es la música para nosotros, vaya uno a saber. Ahora, retomando lo que quería decir, este efecto sicotrópico de sensaciones plácidas son provocadas por la música del trío Australiano High Highs. Ellos se encuentran afincados en Brooklyn desde donde crean un Ambient-Dreampop como una suerte de artificio mágico que produce una atmósfera de belleza inigualable. Este fin de año están estrenando su primer EP autotitulado donde ofrecen 4 tracks con texturas llenas de melancolía, pero de esa que se añora y se evoca toda vez que nos remitimos a los recuerdos más hermosos y valiosos de nuestro disco duro personal.
En canciones como “Flowers Bloom”, con tan solo escuchar la introducción lo-fi preciosista y la sedosa voz de Jack Milas se siente un escalofrío por la espalda, tal vez se debe a la brisa marina imaginaria de este atardecer que observo desde aquel bote donde la melodía me ha colocado, la visión es tan palpable que termina como una desconcertante sensación de frío por la emoción que contagia. De pronto en piezas como “Open Season” el trío susurra con el shoegaze y su actitud deprimente, pero inmediatamente renuncia a él aferrándose a la delicadeza del dream-pop y su melancolía ensoñadora.
Tienen momentos de folk desbocado con trepidantes cuerdas de guitarra acústica y una batería casi marcial como en el inicio de “Horses” pero también de ese folk apacible y refinado de “Ivy” que conduce a la relajación sensorial y por supuesto a la añoranza de la que hablaba en un principio.
Esperaré con ansia el primer larga duración de High Highs con la esperanza de que dicho material sea tan bueno o mejor que esta pieza artística de grandes dimensiones.

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